4T, militarización y guerra contra las drogas

May 26, 2020 | Opinión, Política

4T, militarización y guerra contra las drogas

Con la publicación el 11 de mayo último del acuerdo firmado entre el Ejecutivo Federal y la triada fascista conformada por las Secretarías de Defensa Nacional, Marina y Seguridad y Protección Ciudadana, el gobierno de la Socialdemocracia avanza en su intención tenebrosa de profundizar en la militarización del país. El acuerdo oficializa el apoyo de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) a la Guardia Nacional en tareas de seguridad pública, otorgándole cobertura legal a los aparatos represivos del Estado; al mismo tiempo, cierra la pinza sobre las comunidades rebeldes, luchadores sociales, migrantes, obreros en lucha, o cualquier otra expresión que resista a los planes del gran capital transnacional por apropiarse de nuevos territorios, bajo la mentira embaucadora de combatir a la delincuencia y el narcotráfico.

Desde la creación de la Guardia Nacional en febrero de 2019 se anunció que ésta se conformaría con 82 mil 747 miembros de las Fuerzas Armadas; de los cuales, 51 mil 915 provendrían de la Secretaría de la Defensa Nacional, 12 mil 837 de la Secretaría de Marina y 17 mil 995 de la ahora extinta Policía Federal. El nuevo cuerpo militarizado se convirtió en el pilar del plan del gobierno federal para enfrentar el crimen organizado y frenar el aumento de la violencia en el país.

No deja de asombrar que un gobierno autoproclamado de “izquierda” apueste por la militarización del país y que su base social lo acepte sin rechistar.  Sin embargo, esta aceptación ciega puede ser explicada mediante el falso razonamiento de a cuanto mayor número de efectivos en las calles, mayor seguridad, utilizado siempre por los bienpensantes de la pequeña y mediana burguesía.

No hay que olvidar que en la mal llamada guerra contra el narcotráfico el gobierno del asesino Felipe Calderón ordenó el despliegue en las calles de 5,000 elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional, de Marina y Policía Federal; la guerra de Calderón puede compararse con la disparatada “guerra contra el terror” emprendida por George W. Bush, en la que pretendía terminar con el terrorismo internacional a base de bombardear la orografía afgana. La “guerra” dio como resultado la pérdida de aproximadamente 250 mil vidas humanas y otros tantos miles de desaparecidos.

Pero lo que quiero señalar aquí no es la similitud en la estrategia de seguridad de este gobierno burgués con bases populares con la de su antecesor, la cual invariablemente está destinada a traer más muerte y desolación a nuestro país. Lo que intento señalar es que el problema del narcotráfico y la narcoeconomía que lo sustenta nada tiene que ver con los individuos, llámense Calderón, EPN, AMLO o cualquiera de los personajes que estén de turno; tampoco con las estrategias de seguridad que buscan combatirlo. Es la lógica interna del capital la que se impone sobre cualquiera de los actores, más allá de si son de izquierda o derecha, y somete la política a sus designios.

Cualquiera de las drogas que enganchan y envenenan a miles de jóvenes diariamente en nuestro país es ante todo una mercancía, una mercancía como lo es el arroz, un teléfono celular o un delfín, cargada con la misma agencia de intercambio.  La diferencia entre estas y aquellas no reside en la condición intrínseca de cada una, sino en algo completamente ajeno a ellas mismas: la ganancia que ofrece al dueño del capital-dinero. Mientras no comprendamos esa realidad no llegaremos a la raíz del problema.

El poder corruptor del narcotráfico generado por su capacidad de imponer el terror mediante la violencia proviene indudablemente de sus exorbitantes ganancias; este poder oscuro se extiende por todos los rincones de nuestra sociedad, llegando a iglesias, sindicatos, partidos políticos, jueces, ejército. No hay instituciones, formales o informales, que escapen a su negro poder.

Sin embargo, nos dice el economista y marxista argentino Luis Bilbao, “no es el poder corruptor de este negocio lo que lleva a la putrefacción de las instituciones, sino a la inversa, es la lógica intrínseca de la producción capitalista la que lleva al narcotráfico”.

Abundando en la relación narcotráfico-crisis estructural del capitalismo, Bilbao señala, citando a Marx: “es la caída tendencial de la tasa de ganancia, la sobreproducción, la pugna feroz por los mercados y la necesidad inexorable de sanear el mecanismo expulsando a miles de millones de personas y destruyendo la mercancía sobrante –incluyendo los seres humanos. El único recurso del gran capital frente a los riesgos que esta inestabilidad implica es la violencia a gran escala y ésta es inseparable de la transformación de los actuales regímenes democrático-burgueses en formas neofascistas para mantener el control social”.   

El narcotráfico tiene la capacidad de crear ejércitos privados de lúmpenes; asímismo, articula aparatos militares capaces de obrar con la misma bestialidad con la que actuaron los ejércitos al servicio del gran capital bajo el espectro de dictaduras en el Cono Sur y Centroamérica durante los años ochenta. Esta situación es la que se viene configurando actualmente en nuestro país y la que tenemos obligación de denunciar y combatir.

Por lo mismo, no es posible luchar exitosamente contra este negocio infame sin combatir y vencer al sistema capitalista que lo engendra. La drogadicción masiva de la juventud y el negocio criminal de extraordinarias ganancias no son excrecencia en el orden capitalista, sino una condición sine qua non de éste. Esta afirmación aterrorizará a las buenas conciencias, convencidas de que el sistema en el que vivimos es el único imaginable y posible.

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