Ante la pandemia, crece el espíritu combativo entre los trabajadores de la maquila en Mexicali

Abr 10, 2020 | Política

Obreros de Jonathan MFG reclaman el cierre de la planta

La pandemia provocada por el virus SARS-Cov2 (COVID-19) a nivel mundial ha evidenciado la crisis y contradicciones del sistema capitalista. Las medidas que han de implementar los gobiernos con economías capitalistas para contener la enfermedad pueden ser distintas, pero ninguna antepondrá el bienestar de los trabajadores a la ganancia de las empresas. Suecia, el modelo “socialdemócrata” estrella de Occidente,  persiste en mantener las actividades económicas intactas, muy a pesar de registrar 600 muertes como consecuencia del virus, de las cuales 100 sucedieron en las últimas 24 horas. El país nórdico en esencia es tan capitalista como EE.UU. y el análisis que se haga de sus medidas no puede desligarse de este hecho.

Esta situación aplica igualmente en nuestro país. Pese a la orden emitida por el gobierno federal de suspender todas las actividades económicas consideradas cómo “no esenciales” para el funcionamiento del país, varias empresas en Mexicali se han negado a acatar la medida de cerrar y mandar a los trabajadores a sus casas, poniendo así en riesgo la salud y la vida de los trabajadores.

Y es que por medio de un Decreto publicado el pasado 27 de marzo, las autoridades federales emitieron una declaración de emergencia sanitaria, la cual buscaría, mediante el cese de actividades no esenciales, mitigar la dispersión del virus  entre la población. Por otro lado, la Ley Federal del Trabajo establece que ante una  suspensión de actividades por emergencia sanitaria el patrón está obligado a pagar a los trabajadores una indemnización equivalente a un día de salario íntegro por cada día que dure la suspensión, la cual no será mayor a un mes; garantizando la reincorporación del trabajador una vez pasada la contingencia.

Empresas violan derechos laborales durante contingencia

No obstante, a través de redes sociales grupos de activistas han difundidos imágenes y entrevistas de decenas de obreros denunciando a sus empresas de incumplir el decreto, de amenazarlos con despidos, de hostigarlos para que firmen irse a casa con el salario recortado, entre otras irregularidades. En distintos parques industriales de la ciudad se pueden observar a grupos de obreros manifestándose afuera de sus centros de trabajo. Al preguntarles sobre las razones de sus protestas, éstos exponen que la actividad que realiza su empresa no es esencial, por lo que deberían estar en sus casas, cuidando de su salud y la de su familia.

Los trabajadores están conscientes del riesgo que corren al seguir laborando, ya que algunos denuncian la existencia de casos de coronavirus dentro de sus empresas, situación que no debería de sorprender, teniendo en cuenta que Baja California, según cifras oficiales, se posiciona como el segundo lugar en contagios a nivel nacional. Aunado al aglomeramiento que supone sus actividades, con turnos de 500 personas y sin las medidas sanitarias necesarias, muchos de los trabajadores se muestran preocupados al ser el sostén familiar, por lo que no pueden “darse el lujo de enfermarse”.

Sin embargo no todo es desolador. Las autoridades federales, presionadas por la protesta y los paros obreros, se encuentran visitando algunas empresas y clausurando parte de las que no se consideran esenciales, muy a pesar de los intentos de los capitalistas por justificar sus operaciones. Y es que el botín no es poco. Estudios hechos en la UNAM muestran que un trabajador con salario mínimo en México genera el valor de su sueldo en solo 9 minutos de trabajo; las 7 horas y 51 minutos restantes es plusvalía que se apropia el capitalista.

A la clausura de fábricas, grupos de obreros celebran como si de una final de fútbol se tratase. En cada entrevista improvisada se percibe la determinación de los trabajadores por resistir, de su entendimiento de que las soluciones provienen de lo colectivo y no de lo individual, del hacer suyo el “si golpean a uno, golpean todos”, creando así un sentido de pertenencia a una clase, explotada pero con misión histórica, con la firme convicción de no renunciar a sus derechos. En pocas palabras, asistimos al nacimiento del espíritu combativo de la clase trabajadora de Mexicali.

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