Reapertura: el peligro y la campaña para resignar a la clase obrera de BC

May 23, 2020 | Opinión, Política

Circunstancias particulares y generales de la clase obrera

A tres semanas de que el gobierno de Baja California suspendiera en los hechos el Decreto por emergencia de fuerza mayor, liberó de obstáculos a las operaciones industriales y colocó en activo a 300 mil obreros; los datos oficiales de la pandemia no muestran mejoría sino peligrosos indicadores: siete de diez personas hospitalizadas por covid-19 y 430 decesos por tal motivo corresponden a trabajadores de maquiladora.

A nivel nacional el panorama tampoco resulta favorable. Al realizar interpretaciones de las estadísticas mundiales de la pandemia se puede adelantar lo siguiente, acorde a los números del 21 de mayo de 2020: México es el décimo lugar mundial con más casos de contagio; segundo lugar en muertes en el mismo lapso de tiempo; además, presenta una alta tasa de letalidad al comparar fallecimientos con contagios, la cual es del 11.07%, de las más altas por país.

En función de lo anterior, y de la intención gubernamental por reactivar la economía, la salud de clase obrera y la de sus familias se ve amenazada; los jefes de la Industria Maquiladora de Exportación les imponen medidas para abaratar su fuerza de trabajo: despidos injustificados de personal con antigüedad en diversas ramas, como la aeroespacial y la electrónica; recortes salariales; imposición ilegal del salario mínimo, etc.

Esas dos grandes problemáticas –derivadas del previsible desacierto gubernamental en su conducta frente al problema sanitario y los rudos cobros que los empresarios transfieren a los trabajadores por los síntomas de crisis económica– dan pauta para que los obreros de la maquiladora espontáneamente actúen en su defensa como no lo habían hecho en décadas: faltas colectivas, asambleas de protesta y paros de hecho, creación de comités obreros o reclamos legales.

La ley del más fuerte

La actitud de resistencia de los y las obreras coincide con una dura campaña en su contra por redes sociales. Esta campaña está compuesta de comentarios como este: “en varios países del primer mundo están regresando a la normalidad cuando el coronavirus no está controlado, esto es la ley del más fuerte (…) no hay más que cuidarse, comer bien, vitaminarse y encomendarse a Dios” … Otra opinión es en el mismo sentido: “el virus se quedó latente en el país, lo único que queda es protegerte”.

Este tipo de campañas, que pueden compararse a las asociadas con bots, no son nuevas en el estado. Son en ocasiones abrumadoras. Se distinguen por condenar moralmente a los trabajadores. Solo que ahora conviven en redes sociales con testimonios de lucha y refutaciones de los obreros a sus dichos. La campaña está a tono con el discurso oficial de la vuelta al trabajo. Y promueve la resignación: solo queda aceptar y protegerse: con Dios, con amuletos… o con una estampita…

Otras expresiones son estas: “En una pandemia no se culpa a nadie, ya se les dijo cómo protegerse (…) El que se quiera aprovechar de la situación es otro rollo”. Resulta prudente pensar que las frases no son ocurrencias individuales, coinciden con una lógica de desprecio a los trabajadores. Y con una intención de relevar de su responsabilidad a los patrones de la industria frente a posibles demandas por indemnización. No obstante, contrario a esta forma de adormecer a los trabajadores, la lucha obrera pareciera rumorar: estamos en contra de la vieja normalidad del capitalismo, estamos en contra de la “nueva” normalidad del capitalismo; Es a este rumor al que se quiere silenciar a toda costa.

Obrero, obrera… “la enfermedad y la muerte es tu culpa”

Una parte de la actual campaña contra los trabajadores se utiliza con doble filo: para que voces favorables al patrón le reclamen al gobierno del Estado por la simulación de cierres y clausuras de empresas, quizás con fines de que aquél agrande su protección real a la libre empresa. Y también, culpar a los obreros de los contagios y muertes por covid-19, lo cual tiene como consecuencia exonerar al Gobierno y a los patrones del sacrificio de los obreros para no afectar la producción.

Ejemplos de lo anterior son los siguientes lemas: “(…) todo mundo en fiestas y reuniones, si no hubieran dado cuarentena la gente hubiera estado trabajando y como llega uno cansado del trabajo quién va a querer ir de fiesta”. “(…) Por favor no cierren más fuentes de empleo. Mejor forcen medidas de seguridad (…)”. O bien este último: “Proteger a los empleados también es proteger sus fuentes de empleo. Más tiempo cerrados los negocios, más difícil la recuperación. Es más sensato medidas de seguridad para los trabajadores y reducir el riesgo de perder miles de empleos”.

Ese discurso, dicho a los trabajadores una y otra vez, coincide con el del Secretario de Economía en Baja California, Mario Escobedo: “los trabajadores están mucho más a salvo trabajando dentro de una empresa, ahí tienen guantes, cubrebocas y hay distanciamiento”. Bien caería a los obreros aprender que toda opinión es política, sirve a intereses determinados y, por lo general, a la clase social del poder económico. Los lemas citados desorientan y buscan educar a los obreros en provecho del patrón.

Además, en el fondo de esos mensajes está la invitación permanente a los obreros, por parte de los industriales de la maquiladora de exportación o del mismo presidente, a que “le bajen” a su lucha en defensa de sus derechos laborales y se unan a sus patrones para “defender los empleos… porque tu ciudad te necesita”. Los empresarios quieren convencer a los trabajadores de un viejo acuerdo, y repartirse las utilidades de su unidad: las ganancias y el éxito para los industriales, los sacrificios y las angustias para los obreros.

Obrero: acata las órdenes de la sociedad… “Las personas que no quieran trabajar, ¡que renuncien!”

Tras semanas de paros y protestas para lograr en las empresas el derecho a cuarentena con salario íntegro, transcurrieron varios días de aparente calma en Tijuana y Mexicali. A estos días le han seguido acciones de los trabajadores contra las modificaciones unilaterales de los patrones a las condiciones de trabajo y contra la imposición del salario mínimo. Para contestar a estos nuevos episodios espontáneos de rebelión obrera, la campaña ha hecho un huequito.

Actuando con rapidez frente a los obreros que accionan como un sindicato de hecho, los escribanos de las redes afirman en su contra: “Vayan pasando por su liquidación”…. “(…) los demás (que no estén protestando) ¡que regresen a laborar así como los demás, que tenemos que llevar alimento a casa!”; “(…) Puros vaquetones, que peleen sus derechos cuando tengan razón, quieren que les paguen por estar en su casa… ¡Ah! y completito (…)”; “Consíganse trabajo en otra parte (…)”.

    Así, la campaña finamente administrada pretende regar la mentalidad obrera que los patrones sembraron por años: “¡somos tus amigos, pero haz lo que te decimos!”. Exigiendo que continúe la costumbre obrera de renunciar; de enfrentar solo al patrón y “con ley en mano”; o el individualismo: solo me intereso por mí y no más. Eso para evitar que los obreros encuentren lo que buscan sin saber: una fuerte organización para enfrentar al patrón en tiempos de mayores y evidentes dificultades: tiempos álgidos de lucha de clases.

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