Cuando escuchamos y leemos los testimonios de las personas privadas de su libertad ilegalmente los pasados días 4 y 5 de junio de 2020 en las manifestaciones que pedían justicia ante el asesinato de Giovanni, los que conocimos de cerca los casos de represión realizadas el 28 de mayo de 2004 en Guadalajara, no dejamos de sentir la sensación de haber visto esto en el pasado.
Deja vú
En aquel año de 2004 en torno a la reunión de mandatarios de países de Europa y América, se dieron diversas manifestaciones en contra de las políticas antipopulares que se aplicaban como hoy contra los pueblos. La tarde del 28 de mayo como un aguacero se desató la represión, y al igual que en los actos represivos del 5 de junio, los policías actuaron a discreción, golpeando manifestantes, periodistas, y personas que por curiosidad, o sus actividades personales y cotidianas estaban en el lugar.
Del mismo modo, existían grupos de policías sin uniforme apostados en las calles y en edificios, también grupos de provocadores protegidos por ellos, muchos de los cuales visitaron universidades y acudieron a sabotear conferencias, como en el caso de la ofrecida por el entonces ministro del exterior cubano Felipe Pérez Roque en el auditorio Salvador Allende en el CUCSH de la UdeG.
Esa tarde, relató un participante de la manifestación que huía de la persecución policial, que un grupo de muchachos “armados con palos y garrotes, y encapuchados”, según relataba por radio un policía al lado de su patrulla, llegaban a calzada Independencia. Ante tal hecho creyó que corría el riesgo de parar en la cárcel por cuanto que ante el reporte de aquel policía no tardarían en llegar grupos para detenerlos y como es práctica confirmada en estos días, detendrían a las personas que estaban cerca de ahí. La sorpresa fue que en vez de esto, los policías comenzaron a poner conos anaranjados para que aquellos individuos pudieran transitar por el delgado camellón que existía en aquel entonces sin riesgo de ser atropellados y que poco a poco fueron dispersándose.
Por otra parte, en la zona centro, como han relatado muchas personas, las detenciones arbitrarias ocurrieron sin distinción por policías uniformados, apoyados por los vestidos de civil.
Aquellos que fueron secuestrados, fueron golpeados brutalmente, las mujeres fueron golpeadas también y torturadas, a muchas las desnudaron y agredieron verbalmente.
De regreso al presente
En la represión de este mes de junio, de acuerdo con varios testimonios, sucedieron casos de tortura física y psicológica, golpizas brutales que parecen ser los únicos “protocolos” que se aplican efectivamente y sin falta, robo de partencias, teléfonos celulares, interrogatorios, obtención de información personal de los teléfonos y amenazas de muerte, más aún, amenazas de asesinato, descuartización y desaparición, cosa que ahora, según dijeron a los secuestrados esos profesionales de la seguridad, es tan fácil de realizar sin que nadie se entere.
Aquellos policías, los uniformados como vestidos de civil incurrieron en graves delitos, como privación ilegal de la libertad, robo de pertenecías, sustracción de datos personales, tortura, amenazas de muerte, etc.
Tales acciones se realizaron dentro de las instalaciones policiacas ubicadas en la Calle 14 en la zona industrial de Guadalajara.
Las declaraciones dadas por el Gobernador de Jalisco Enrique Alfaro ante los hechos son cuando menos, delirantes; mientras afirmaba que los policías habían sido muy cautelosos y habían resistido a la provocación de manifestantes el día 4, al día siguiente se organizó la venganza institucional contra los manifestantes en la que se dieron los hechos señalados. Acusó al gobierno federal de las manifestaciones para desestabilizar a su gobierno, afirmó que ya se estaba actuando para llevar a la justicia el caso de Giovanni, y furioso respondió a una pregunta hecha por una periodista, que no habría motivo para más manifestaciones al respecto, entre otras declaraciones.
Después de las detenciones del 5 de junio, Enrique Alfaro pidió disculpas por lo que llamó “detenciones” de manifestantes y dijo que el actuar de la policía podría haber sido de la manera en la que sucedió, por “órdenes de grupos de la delincuencia”.
¿Confesiones involuntarias? ¿Amenazas o confesión de parte?
Cabe preguntarse después de lo dicho por Alfaro ¿quién dirige a la policía? Aun siendo como él afirma, que la policía de Guadalajara no está bajo su mando ¿a qué viene decir que no sabe de dónde vino la orden de actuar de esa manera y más aún deslizar la idea de que pudo ser orden de grupos delincuenciales? Ante la presión parece que se le escapó un dato. Este domingo matiza nuevamente, diciendo que no amerita destituir al fiscal por el actuar de “algunos policías” guidos por órdenes que persiguen “intereses perversos”, que pretendían otro Ayotzinapa. ¿Significa que las decenas de personas torturadas y amenazadas, que los familiares “visitados” por los buenos policías para recibir intimidación, ha sido lo mejor que les pudo pasar?
¿Las torturas y amenazas por policías es la confesión de parte de sus prácticas?
No olvidar.
El sábado 6 de junio el senador Dante Delgado, miembro del partido Movimiento Ciudadano, al que pertenece Enrique Alfaro acusó, siguiendo la pauta de este último, al gobierno federal de organizar una “insurrección” contra el gobierno de Jalisco. Tales personajes sin escrúpulos y sin memoria buscan a cualquier costo utilizar los acontecimientos para sus campañas electorales, engañar a las personas para sumarlas a sus pugnas entre diferentes grupos monopólicos para ejercer a su favor la gestión del gobierno, pero no deben desviar a los trabajadores, jóvenes, comerciantes, campesinos del hecho de que son las injusticias, la explotación, la opresión, las mejores organizadoras de insurrecciones contra esos poderosos independientemente del color que vistan…