Amor por nocaut[1]

Nov 13, 2024 | Escritura, Opinión

Estimados miembros de la Academia de Ciencias y Bellas Letras de la Ciudad de México, agradezco su presencia en esta sala para poder disertar sobre el amor, tema que ha ocupado miles de plumas y a todas las mentes de la humanidad, motivo por el que existe en todas las culturas una deidad asociada al amor.

Tanto se ha dicho y escrito sobre el amor, que no es un tema del que fácilmente se pueda decir algo nuevo. Por esto, para guardar un rasgo de originalidad, decidí apelar a mi propia experiencia para la presente disertación. Probablemente algunas de las cosas que a continuación escucharán les serán familiares, y si no fuera el caso, cuanto mejor, pues entonces les quedarán más grabadas en su conciencia.

El título que elegí para la presente disertación es “Amor por nocaut”

Uno, dos, tres, cuatro, cinco…

La cuenta siguió corriendo y yo caí por nocaut.

Cuando cumplí 28 años mis amigos me dijeron que debía pensar seriamente en tener una relación estable y pensar a futuro, me preguntaron si no creía necesario buscar una pareja para compartir las experiencias de la vida. Aunque sí compartía la idea de tener una pareja estable, no se los decía, pues prefería divertirme con ellos poniendo en cuestión su concepción de las relaciones humanas, me sentía un poco como Sócrates haciendo preguntas para invitar a que los atenienses reflexionaran y se dieran cuenta del poco conocimiento que poseen en realidad.

Pero invitar a la reflexión no es cosa fácil, incluso hubo quienes me acusaron de disoluto y otros más de no tomar en serio las cosas del amor, acusaciones tremendamente erróneas que yo no desmentía para seguirme divirtiendo al refutar los consejos y sugerencias de mis acusadores, cuya base eran los prejuicios inocentes que les hacían creerse con superioridad moral. Los pocos que me conocen bien saben que detrás de la interminable pasarela de mujeres que con las que salí, yacía el verdadero deseo de encontrar el amor.

Aunque el común espectador de mi vida sentimental únicamente podía ver el aspecto práctico de mi búsqueda, quien se dio tiempo de conocerme sabe que el amor es un tema serio que abordé no solo prácticamente, sino también desde el ámbito de la teoría, de tal forma que a mis dieciséis años me di a la tarea de leer El arte de amar de Ovidio. Hoy confieso que de este libro solo atendí los consejos de seducción y poco me ayudó en la explicación del fenómeno del amor, pero igual agradezco a la fortuna el haberme topado con ese libro en una edición barata de Porrúa a fuera de metro Ferrería, pues tal vez si hubiera leído una edición comentada, anotada y con otra traducción, mi concepto del amor sería hoy distinto.

Luego alrededor de mis veinte años leí Sobre el Amor de Stendhal, libro que me llevó a analizar el amor de la mano de un francés que por amoríos se fue hasta Italia, y que vivió en una sociedad de nobles y burgueses que en verdad consideraba que el amor era una cosa que no se correspondía con el matrimonio, de ahí que hubiera matrimonios que anticipadamente sabían que derivarían en tener amantes. Esta intuición me la reafirmó Émile Zola en su texto Cómo nos casamos, breve texto que debe leer todo el que desee comprender las formas y particularidades con que aman los integrantes de una u otra clase social, a la par del poema de Benedetti “Ustedes y nosotros”.

Por cierto, no crea el lector que yo soy un señorito que se creció entre libros, pues en temas de amor tuve más práctica que lectura, pero siendo importantes los textos que he referido, debo aclarar que llegaron a mis manos por casualidad, y los digerí acorde a las circunstancias en que entonces vivía el amor, así que las influencias librescas que subyacen en mi concepción del amor no tienen una estructura. Por ejemplo, la primera vez que leí a Stendhal fue mis quince años cuando compré Rojo y negro en las chacharas afuera de un metro, yo pensé que se trataba de un libro anarco-comunista, y aunque no fue así, igual fue una gran inversión de $15 que me convirtió en beylisista.[2]

No quiero aburrir al lector con la lista de las obras y autores que conformaron mi idea sobre el amor, pues es posible que al auditorio comience a pensar en cuáles me hicieron falta, no obstante, sí considero pertinente reconocer algunas de las influencias que recibí en materia de amor, pues vinculando la teoría y la práctica, llegué a la conclusión de que el amor termina siendo un estado irracional.

Legué a esta idea luego de pasar por el extremo de considerar que el amor era solo el fenómeno biológico-material del “enamoramiento” o pasión no dura más que un par de años, aunque luego comprendí que dicho enamoramiento es solo una parte, pues la pasión se conserva al paso del tiempo cuando el enamoramiento pasa a ser “amor”, y el amor es la consciente decisión mutua de seguir compartiendo una misma vida, de tal forma que la ceguera parcial o inconciencia generada por el enamoramiento se refrenda cuando se está enamorado. En todo caso, para llegar al amor, se debe pasar por el enamoramiento, aunque de vez en cuando el amor llega de golpe con el enamoramiento, pero eso suele ser un golpe de suerte.

¿Cómo llega el amor? No me atrevo dar una receta, pues sería profano que un hombre pequeño como yo quisiera extraer conclusiones generales de un fenómeno que aún me encuentro estudiando. Quienes ofrecen dar recetas, instructivos o tratado sobre temas de gran envergadura como es el amor, la muerte, la vida, el tiempo y otras temáticas propias a los filósofos, son en general, hombres virtuosos que escriben libros que se venden poco, o charlatanes que escriben libros que se venden mucho. En mi caso lo que les comparto es mi experiencia personal.

Disculpen mi digresión, volvamos al tema central de esta disertación por medio de la pregunta ¿cómo llega el amor? Hay quienes comparan el amor con la conquista de una fortaleza que debe ceder por la constancia, la astucia y el esfuerzo del conquistador. Yo difiero de esta idea, para mí el amor es menos una carrera de fondo y más una carrera de velocidad. Para mí el amor llega como un golpe intempestivo, lo mío es el amor nocaut.

En una pelea de box podría haber dudas del resultado si es una victoria por puntaje, pero yo creo, que el amor no admite dudas, por eso el verdadero amor es como un nocaut. También es posible que en la pelea el réferi pare la pelea considerando que uno de los dos oponentes no puede continuar, pero esto también genera dudas pues hay réferis pagados que pueden terminar la pelea antes de tiempo, y ya dije que el amor no admite dudas, por eso repito, al amor se llega sin dudas, se llega por nocaut. Además, ¿por qué un tercero debería decidir cuándo parar una contienda en que se busca darlo todo como en el amor? Podrían decirme que es para evitar que uno de los dos contrincantes salga lastimado de gravedad, a esto respondería que el amor implica ser valiente.

Querido público, veo en sus rostros algunos gestos de desconcierto. Si es por considerar que a la hora de amar no han cumplido por lo que he postulado, les recuerdo que esta es mi particular punto de vista y no necesariamente debe aplicar a ustedes. Si sus gestos son por considerar que amo de una forma salvaje, entonces estoy cumpliendo con mi cometido. En todo caso los invito a que me permitan continuar mi disertación para que puedan juzgarla con solidez.

En temas de amor, algunas otras personas prefieren usar la metáfora de bailar para referir que se debe tener una coordinación plena entre los dos implicados, otros prefieren referirse a la pareja como un equipo de algún otro deporte. Pero ya he dicho que para mí el amor llega por nocaut, es decir, estar enamorado es un estado de inconciencia en que se apaga la razón, de ahí que enamorarme es como estar noqueado. El amor es un constante estado de inconsciencia donde se ignoran o dejan pasar algunos de los defectos de la otra persona, donde el mundo parece una cosa sencilla, nuestra pareja la más hermosa del mundo y donde se nos distorsiona la realidad al apagarse parte de nuestro común raciocinio, motivo por el que al estar enamorados hacemos cosas que no haríamos comúnmente y aceptadas cosas que no pasaríamos a otras personas.

La idea del amor por nocaut como forma en que llega el amor, puede no ser aceptada por quienes acostumbrados al andar perezoso y a un ritmo de vida aburrido, consideren que mi referencia es muy bárbara. De todas formas, suavicemos la expresión y llamémosle amor por nocaut amor a primer contacto, digo primer contacto y no primera vista, porque este segundo término puede describir más bien la atracción física únicamente, que sin duda es importante pero no lo determinante.

Por amor a primer contacto o encuentro me refiero a que basta una cita o una salida para haber sucumbido al amor. Pero no cualquier salida, sino una donde se pone todo en juego, donde se habla con sinceridad, sin alardeo, donde se expone la cosmovisión del uno y del otro, donde se habla de los gustos, donde las pequeñas acciones y actitudes son observadas para intentar adivinar como será la otra persona ante otras situaciones.

La cuestión es que, ganar en el amor implica perder en el ring de box por medio de un golpe que nos apague la razón. Ganar en el amor, no depende de tener una buena condición física, un riguroso entrenamiento o una bien afinada técnica, pues estas dotes no sirven para que uno se enamore, sino que son elementos que permiten enamorar a la otra persona, lo que se traduce en llegar intempestivamente al alma de la otra persona a la par que se alborota su cuerpo y se despierta la pasión.

Cuando he expresado mi parecer sobre el amor, se me ha objetado que el amor mutuo implicaría un doble nocaut, y yo creo que así es. Entonces se me cuestiona ¿Cuántas peleas han terminado con un resultado así? La verdad no sé la respuesta, pero creo que han sido pocas, y justo eso es lo que deseo expresar: el amor correspondido por nocaut es algo tan especial que se da en pocas ocasiones, y ha decir verdad, para mí éste es el único amor real. 

En una pelea de box normalmente hay ganador y un vencido, y eso es lo que pasa cuando salimos con alguien, puede ser que luego de varias salidas o rounds uno de los dos junte más puntaje y termine por convertirse en el objeto amado del contrincante, y puede pasar también que uno de lo dos acierte un nocaut, el noqueado es el enamorado que ha caído y el que sigue en pie es quien no se ha enamorado. Un empate por puntaje en el box también es raro, y equivaldría a un enamoramiento de esos que se dan por la constante convivencia en la que alargo plazo anida la monotonía.

Como he dicho, yo prefiero identificar el amor correspondido, con el más raro de los resultados: doble nocaut. Para que una relación fusione no basta con que solo una de las dos partes caiga por nocaut, sino que ambos reciban el golpe certero de amor al mismo tiempo, y que se encuentren en las condiciones y disposición de aceptar que, si el amor llega de golpe y es certero, no se puede desaprovechar esa oportunidad.

Querido auditorio, dado que no me he atrevido a postular principios generales sobre el amor, al compartirles mi concepción sobre el mismo, he querido ayudar a que ustedes reflexionen sobre la forma en que aman, lo que consideran que es el amor y cómo llegan. Atrévanse a poner en claro sus ideas en torno al amor, vean que yo me he atrevido, y aunque para algunos mi idea del amor por nocaut puede ser considerada una ridiculez, me atrevo a defender mi disertación parafraseando a Fernando Pessoa:


Todas las reflexiones sobre el amor

son ridículas,

no serían reflexiones sobre el amor si no fuesen

ridículas […]

Las reflexiones de amor, cuando uno está enamorado

Tienen que ser

Ridículas

[…]

 Pero, al fin y al cabo,

solo las criaturas que no reflexionan sobre el amor

sí que son

ridículas.

[1] Este texto forma parte de las conferencias impartidas en la Academia de Ciencias y Bellas Letras de la Ciudad de México.

[2] Se conoce como beylisistas a los seguidores y admiradores Stendhal cuyo verdadero nombre fue Henri Beyle.

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